Viaje y Cata en Patagonia

Fecha:
19/03/2012

En uno de los terruños más australes del planeta, la bodega del fin del mundo elabora vinos que, en breve tiempo, -el año próximo esta casa cumple una década de fundada- han logrado reconocimiento y proyección.

Desde neuquén hasta tierra de fuego, la Patagonia Argentina se explaya majestuosamente. Décadas atrás, nadie imaginaba que esa extensión interminable de estepa, azotada por el viento, daría origen a unos vinos que expresan de manera muy especial su origen.

Esta región se convirtió en territorio vinícola de la mano del hombre. Fue en 1996 cuando Julio Viola compró campos en San Patricio de Chañar con la aspiración de convertir la zona en un polo vitivinícola. Las plantaciones iniciales fueron realizadas en el año 1999 y en 2002 se dio la primera cosecha.

Con la fundación de la bodega Del fin del mundo -el 12 de abril de 2003- una nueva región productora de vinos se esbozó en Argentina. Los viñedos están situados a 39° de latitud Sur y en plena estepa patagónica. «El clima de San Patricio del Chañar es ideal para la producción de vid de alta calidad enológica. La marcada amplitud térmica entre el día y la noche asegura una lenta maduración de las uvas; esto sumado a los suelos pedregosos y arenosos, es condición inmejorable para la vid», explica el Gerente de Campo, José «Pepe» Barría, uno de los artífices de los viñedos. Hay, además, bajas precipitaciones, por lo que las uvas que allí crecen son naturalmente sanas y no necesitan ser tratadas con químicos.

Desde el año pasado, reconocidos vinos de varias líneas de esta bodega están en los anaqueles venezolanos por la importadora Fusari. Son los casos de Ventus, Postales, Reserva del Fin del Mundo y su vino top, el special blend. Buena oportunidad, pues, para descorchar y beber los sabores de la Patagonia.

Trabajo Especial de la revista dominical «Estampas» de El Universal, en su edición del domingo 18 de Marzo de 2012, con motivo de su visita a Bodega del Fin del Mundo

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